A 37 kilómetros de la ciudad un fascinante paraje de imponentes cañadones, cerros misteriosos y coloridos, verdes árboles y ríos serpenteantes de aguas cristalinas. Un ámbito ideal para disfrutar de la naturaleza, las montañas y los deportes acuáticos con todos los servicios que el turista pueda precisar.
Por la ruta provincial 173 (íntegramente pavimentada) nos vamos adentrando en la frondosa vegetación de los bordes del río Atuel, que corre en su lecho de piedra. A medida que avanzamos, el Cañón del Atuel y el paraje denominado Valle Grande se van abriendo a nosotros, ofreciéndonos generosamente la posibilidad de disfrutar unas especiales vacaciones en convivencia con la naturaleza.
Este lugar, visitado por decenas de miles de visitantes cada año, es un ámbito para desenchufarse del vértigo ciudadano y el estrés. Todo se aúna con ese fin: los imponentes cañadones, los colores y el misterio de los cerros, el verde de los árboles que invitan a una sombra fresca y reparadora, y las aguas cristalinas del río Atuel. Todo está para ser descubierto. Y para que el disfrute sea completo, a la vera del río Atuel, que encierra murmullos de años de historia geológica, se encuentran todos los servicios que el turista necesita: desde cómodos hoteles, cabañas y campings, hasta proveedurías y restaurantes, complementados con un hermoso marco natural.
El Paredón de la presa Valle Grande, conforma un inmenso espejo de agua verde esmeralda que es una tentación para la práctica de la natación, pesca deportiva, remo, motonáutica, buceo, paseo en catamarán, jet esquí, windsurf, safaris fotográficos, etc. Pero lo que muchos buscan en Valle Grande es v ivir una propuesta diferente, donde la adrenalina sube y el riesgo se disfruta en cada deporte extremo. Para ellos están las bajadas en rafting, canoas o kayak, para poner a prueba su espíritu aventurero y templar sus nervios. Y para los más osados el turismo aventura ofrece las novedades del “doki”, gomón inflable para dos personas (guía y acompañante), el “hidrospeed”, especie de carrito plástico individual que baja a gran velocidad por el río, y el “deslizador” que simula un kayak abierto y permite viajar (a una o a dos personas pequeñas) por los rápidos y remansos del Atuel.
Para su seguridad, los aventureros llevan casco y salvavidas. Y antes de que comience la travesía reciben charlas teóricas y prácticas. En cada caso se cuenta con la compañía de un guía a lo largo de toda la bajada de 6 kilómetros que, en el caso del hidrospeed, dura 40 minutos a pura adrenalina.
Para los que buscan la tranquilidad hay actividades recreativas como las cabalgatas por los valles y cerros, los recorridos de mountain bike, o el trekking y las caminatas guiadas diurnas o nocturnas hacia lugares exóticos y espectaculares. Y los que deciden instalarse en el sector del embalse pueden pasear en catamarán por el lago, practicar windsurf, jet esquí o canotaje.
También están los que aman las montañas y por eso buscan el rappel (descenso en la montaña por medio de cuerdas), la escalada, la tirolesa (recorrido horizontal de una punta a la otra, por medio de poleas), el trekking y el parapente. Es que en el Valle Grande todos hacen lo que quieren y disfrutan del sol y el verano como más les guste.